- PII
- S0044748X0022871-7-1
- DOI
- 10.31857/S0044748X0022871-7
- Publication type
- Article
- Status
- Published
- Authors
- Volume/ Edition
- Volume / Issue 11
- Pages
- 74-90
- Abstract
From a preferably qualitative perspective of analysis based on various primary and secondary printed sources, this work examines the thematic characteristics that shaped the editorial performance of the Austral label during its years of existence (1946—1973). Promoted and maintained by the Communist Party of Chile, studying this publishing experience opens us to the understanding of how, in terms of publishing history and the book that corresponds to us, the bibliographic production sponsored by this party was positioned, an activity that had to be carried out within the variety of discursive offers that, not without struggle, articulated the ideological sphere of the country in the mid-twentieth century. We postulate that, fully responding to the conceptual contours that modeled its performance, Austral served as a diffusion mechanism for an ideological bricolage of self-sufficient pretensions and, therefore, dispensed with, circumstances that would determine both the limited size of its editorial presence and its functional role. to the communist social discourse of the 20th century.
- Keywords
- Communist Party of Chile, Editorial Austral, 20th century, political books, discursive hegemony, communist intelligentsia
- Date of publication
- 14.11.2022
- Year of publication
- 2022
- Number of purchasers
- 11
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- 330
INTRODUCCIÓN
En su importante obra sobre la historia del libro en Chile [1]; [2], Bernardo Subercaseaux nos proporciona un conjunto de hitos básicos del despliegue de iniciativas — por lo común, privadas — que han jalonado la actividad editorial librera en nuestro medio. Siendo una referencia ineludible al momento de emprender estudios sobre el quehacer intelectual que siempre importa una iniciativa editorial, la contribución del citado autor también nos refleja otro dato no menos ostensible, a saber, la baja atención historiográfica que, hasta el momento, se ha brindado al campo de la producción y distribución de libros en Chile. En efecto, en comparación con otras áreas de la actividad editorial como, por ejemplo, las revistas o la prensa escrita, es claro que aún no contamos entre nosotros con un acervo relevante de trabajos que aborden los distintos ejes involucrados en la tarea del texto impreso, sean estos de índole autoral, impresora, organizacional, ideológica, lectora o empresarial. Un simple vistazo por internet o en catálogos en línea de bibliotecas y revistas especializadas, nos deja muy en claro la muy poca atención que todavía historiadoras e historiadores han proporcionado al ámbito del libro y su presencia pública.
Entre las muchas ausencias que persisten en nuestra historia editorial, las vinculadas a los esfuerzos impresores de libros y folletos emprendidos por las organizaciones políticas del siglo XX, son una arista de notorio interés, así como lo fue también lo hecho por las confesiones religiosas desde inicios del siglo pasado. Desarrollar investigaciones historiográficas más abundantes y circun-stanciadas adscritas a las numerosas voces que pugnaron por incidir en el naciente espacio público chileno de comienzos de la pasada centuria, no sólo importaría una comprensión más acabada de nuestro pasado cultural y político, sino, a la vez, un avance en asuntos teóricos y metodológicos de aporte de la historia de la comunicación social a la disciplina historiográfica en general [3]1.
Nos proponemos en esta ocasión dar a conocer las características temáticas prin-cipales que revistió un emprendimiento editorial en nuestro medio: el relacionado con la labor ejecutada por el sello editorial Austral entre 1946 y 19732. Continuador de un quehacer impresor distintivo desarrollado por el comunismo chileno desde los años del Partido Obrero Socialista liderado por Luis Emilio Recabarren, Austral tuvo, en materia de libros y folletos, el antecedente inmediato de la editorial Antares3 en el transcurso de la década de 1930, instancia desde la cual no sólo se logró disponer de un breve catálogo propio de obras literarias y de folletería ideológica, sino, también, de la oportunidad de ir creando una cierta experiencia respecto del “negocio librero”, tanto del medio nacional, como a través de los contactos — no siempre fluidos — con producciones editoriales vinculadas a las estructuras regionales de la Tercera Internacional (IC), en especial de las provenientes de México, España o Argentina [4].
3. Debemos dejar constancia que Antares no fue la única experiencia previa. Entre varias — no todas de importancia — la de mayor relevancia fue DIAP (Distribuidora Iberoamericana de Publicaciones) que, si bien contó con la participación de militantes comunistas, no fue un proyecto propiamente local, respondiendo en general a orientaciones de la IC. La historia de DIAP está aún por abordarse. Su presencia en Chile data de finales de la década de los 30 hasta mediados de los años 40.
Ahora bien, no siendo nunca un ámbito comercialmente rentable (ni siquiera autosustentable), la puesta en marcha de acciones de difusión editorial respondió, en el Partido Comunista chileno, a una constante de base ilustrada sustentada y practicada por esta organización — y de otros partidos comunistas del orbe — en tanto forma sine qua non de construcción de influencia en una opinión pública que, más allá de la minoría de convencidos, estaba siempre en constante disputa. A este propósito de acrecentar sensibilidades y voluntades en favor de las definiciones políticas propias o, si se prefiere, de impedir que amplios sectores de la sociedad — en especial, de base popular — fueran objeto del tradicional engaño y alienación, es que había entonces que seguir impulsando, a la par con las habituales acciones propagandísticas, dispositivos variados de intervención en la lucha por el espacio público. Estos, siguiendo las tendencias y usos técnicos prevalecientes en la comunicación de masas, fueron principalmente impresos, no obstante, no debemos omitir la temprana aparición de otros recursos tecnológicos que también serían puestos al servicio del mensaje ideológico, como serían el cine, la radio y, más tarde, la televisión4.
Pero no únicamente la lucha política y electoral inmediatas, y su correlativa denuncia de la explotación oligárquicas fueron motivo de la publicidad comunista. Tanto o más necesaria a su estrategia comunicacional, fue el afán por instruir, educar, formar conciencias y ofrecer nuevas alternativas de mundo a una audiencia que se concibió como relativamente culta o con algún nivel de instrucción formal y adscrita a la modernidad urbano-popular. En efecto, en particular si ponemos nuestra atención en los temas y autorías de los libros hechos por Austral, vemos que ellos denotaron propuestas que, si bien nunca escaparon del canon o la ortodoxia, pretendieron aportar nuevas miradas y nuevos valores literarios y de comprensión histórico-social, en una clara perspectiva de proselitismo ilustrado. De esta suerte, es perceptible ver en Austral el intento de aparecer como una editorial que, sin ocultar responder a una determinada cosmovisión ideológica y, en coherencia con ella, se propuso jugar un rol de difusión en nuestro medio, de lo que sus directivos estimaron como significativo de la cultura y el discurso social comunista (nacional e internacional) de mediados del siglo XX.
LA EDITORIAL Y SUS LIBROS
Son muy escasos los datos institucionales que disponemos hasta ahora de Austral. Sabemos que al parecer se creó el 7 de junio de 1946 en la sede el Partido Comunista (Moneda con Mac-Iver). De acuerdo con la invitación cursada por Ricardo Fonseca (a la sazón, Secretario General del Partido) para formar dicha empresa (de responsabilidad limitada), los citados al evento fueron 15 personas, todas ellas representativas de la vida intelectual y política del PC5. A ellas se les pedía que asistieran llevando por escrito el mayor número posible de nombres de otros individuos a quienes ellos creyeran les podía interesar la iniciativa editorial. A todos se les convocaría para tener una “gran reunión” a la semana siguiente en un lugar indicado como “nuevo local”, en Huérfanos 1133. Si efectivamente estas reuniones — y su finalidad — se llevaron a cabo, no ha quedado registro en la prensa partidaria6. Suponemos que probablemente sí por una alusión al aniversario número 14 de Austral aparecida en El Siglo, en 1960 [5, p. 8]. Otro antecedente que viene a favorecer este hecho es que la primera mención pública a la editorial correspondió a un aviso de novedades de libros de Lenin, Howard Selsam (filósofo marxista estadounidense) y de ensayistas comunistas franceses, aparecido en El Siglo en 22 de junio 1947, es decir, un año después de su fundación.
6. Se consultó diario El Siglo, se consultó Democracia, Solidaridad, revista Principios y Vistazo.
A falta de mayores informaciones sobre su organización inicial y posterior, es pertinente apuntar que el momento en que la editorial fue impulsada, correspondió a un tiempo de nuevas definiciones en la política nacional: al término de la Segunda Guerra Mundial, el prestigio de la URSS en el escenario internacional, y los buenos resultados electorales que venía obteniendo el partido desde el año anterior (1945), se sumaba un ambiente de creciente sospecha y tensiones entre el PC y sus aliados radicales y socialistas. Y si bien el apoyo comunista al triunfo de Gabriel González Videla en la elección presidencial de 1946 supuso una posibilidad de nuevos acuerdos, nada de ello tuvo lugar, incrementándose las diferencias que, a corto plazo, llevaron a la proscripción del comunismo y la plena vigencia de la lógica de la Guerra Fría [6]. En este clima, en especial por los signos que podían implicar una mayor incidencia pública del PCCh luego de finalizada la guerra mundial, es donde se ubica la puesta en marcha de la nueva editorial. A ello debemos sumar a lo menos dos datos específicos que pudieron haber alentado también la iniciativa: de un lado, la incorporación de varios intelectuales y artistas de nota a las filas del comunismo local, muchos de ellos “compañeros de ruta” del PC desde los tiempos de la intensa solidaridad con la causa republicana en la guerra civil española (1936—1939), además de su apoyo a los gobiernos de frente popular y, de otro, la desaparición final (en 1943) de las estructuras políticas y culturales cominternistas, realidad que suscitó la necesidad de dotarse de nuevos aparatos ideológicos con una relativa autonomía de gestión. En los hechos, el acercamiento (tácito o expreso) que numerosos representantes de la intelligentsia7 chilena verificaron en este período respecto del PC, fue el comienzo de una significativa relación que, en sus contornos más elocuentes, dará paso, desde mediados de los años 50, a la aparición de lo hemos llamado el corporativismo intelectual partidario. En tal perspectiva, Austral hubo de atender, al menos en parte, a las necesidades de visibilidad pública que este corporativismo demandó.
En el transcurso de los 27 años de vigencia de la editorial, hemos podido consignar la aparición de 122 títulos8, los cuales, desde el punto de vista de la frecuencia de aparición de los mismos, se distribuyeron de manera manifiestamente dispar en todo el período señalado9. Mientras en los años 50 se editaron 55 proyectos (45% del total), en los 60 estos sumaron 36 (29,5%). Por su parte, con pocos años de ejercicio, el decenio de los 70 acusó una tendencia de potencial superación de los lustros anteriores, con 29 libros publicados (23,8%). Una mirada de conjunto nos indica que la producción de 122 libros en casi tres décadas, dio cuenta de una labor editora débil, con un promedio general de 4,5 títulos por año. Con todo, estimamos que ello no sería del todo deficiente si traemos a colación que Austral fue un ejercicio editorial de impronta muy particular — se trató, recordemos, de una iniciativa anclada en una específica visión político-ideológica — realizado, además, en contextos lectores propios y externos bastante acotados. A la vez, el desempeño editor de nuestro sello se dio a la par con la constante aparición o afluencia de productos impresos más o menos afines, en especial de las áreas de la novela, la ideología y la propaganda. El origen de estos fue corrientemente extranjero con algunas salvedades de orden nacional10. La magnitud sin duda superior de esta oferta se reflejó en que ella dominó abiertamente el comercio librero del comunismo criollo en Santiago y provincias11. En síntesis, dados estos condicionamientos, resulta plausible entender que los proyectos de publicación de Austral fuesen, por lo común, de un número bajo, verificándose, incluso, períodos prolongados sin nuevas ediciones.
9. Para relación de títulos, autores y años de publicación, ver Anexo al final de este informe.
10. En el caso del fondo editorial comunista, los libros y revistas de producción soviética (y china, en los años 50) fueron los dominantes. En cuanto a la producción local, el dato más relevante a este respecto lo constituyó la aparición de la editorial del Partido Socialista Prensa Latinoamericana (Ver el citado trabajo de Alfonso Salgado y Fernández). En un plano ideopolítico diferente (social cristiano), también se debe considerar la destacada labor de Editorial del Pacífico. Con una participación menor en cuestiones político-ideológicas, corresponde citar también a Nascimento, Universitaria, Zig-Zag y Orbe. Sobre las editoriales extranjeras que por dinamismo y magnitud produjeron el doble efecto de cubrir más satisfactoriamente la demanda local por diversificación temática y autoral, además de coartar las posibilidades de crecimiento de las editoriales de los partidos de izquierdas, estuvieron Fondo de Cultura Económica, Ariel, Pueblos Unidos, Siglo XXI, Cartago y Lautaro. Un dato interesante a revelar sería dimensionar la notoria presencia de la edición soviética en Chile (libros, folletos y revistas) cuyos medios de colocación se ligaron expresamente a las provistas por el PC.
11. El PC logró disponer de tres librerías en la capital, además de una red de distribución en varios puntos del país. Por ahora no contamos con información sobre la calidad y solvencia de estos mecanismos comerciales.
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL FONDO EDITORIAL DE AUSTRAL
Pero no es en la dimensión puramente cuantitativa donde podemos significar adecuadamente la trayectoria y rol de una editorial, menos aún tratándose una tan peculiar como Austral. Dijimos antes que ella fue parte del entramado corporativo intelectual que forjó el PC chileno desde los años 40 hasta el golpe militar de 1973. El carácter básico y permanente de esta corporatividad intelectual es que en ella cristalizó un determinado régimen de verdad (estético y discursivo) al que concurrirían las estructuras principales de la dirección partidaria y los talentos creativos y del saber de decenas de integrantes del mundo de la cultura docta y plebeya, todos mancomu-nadamente adheridos a la promesa de cambio, redención o justicia social atribuida al mundo proletario y popular y sus organizaciones. A la par con sus definiciones conceptuales y doctrinarias, este corporativismo echaría mano a variadas voces y expresiones que, de algún modo, incidirían, también de distinta forma, sobre las tendencias más generales de la sociedad de la época.
En tanto editorial comunista plenamente funcional a los objetivos de diseminación de la producción escrita de su corporativismo estético-intelectual, no agregamos nada relevante al constatar que prácticamente todos sus autores —vivos o muertos, chilenos o extranjeros — eran o habían sido comunistas o inspiradores de esta postura ideológica. En la misma perspectiva, un tercio de ellos fueron soviéticos, quienes aportaron principalmente obras de narrativa, ensayos y de divulgación científica. Su aparición fue particularmente abundante en los años 50 hasta inicios de los 60. Entre los nombres más recurrentes de estos se deben mencionar los de Máximo Gorki, Boris Polevoi, Nicolás Ostrovski, o Dimitri Furmanov, todos ellos destacados representantes del realismo socialista, cuya influencia no dejó de hacerse sentir en literatos chile-nos — también publicados por Austral — tales como Edesio Alvarado, Manuel Guerrero, Diego Muñoz, Luis Enrique Délano12.
A propósito de los chilenos, estos cubrieron un 45% de los autores de Austral (42 personas). De ellos, los más publicados fueron: el historiador Hernán Ramírez Necochea, el novelista L.E.Délano, el poeta Pablo Neruda, el filósofo Sergio Vuskovic, el político y escritor Volodia Teitelboim, el científico y ensayista Alejandro Lipschutz y el dirigente partidario Luis Corvalán. De entre los mismos y al margen de la figura sin paragón de Neruda, el autor con mayor impacto en la cultura académica del país fue Ramírez Necochea, relevante impulsor y exponente de la historiografía marxista chilena de mediados del siglo XX13. Su producción, por enfoque y método, se alejó, por cierto, de lo ofrecido por Austral con los libros de Corvalán, Varas o Teitelboim quienes, sin embargo, a base de otros recursos estilísticos y narrativos (novela, memoria y biografía) no fueron menos efectivos en aportar a uno de los resultados más decisivos del corporativismo intelectual comunista, saber, dotarse y dotar a la organización partidaria, a sus soportes sociales y a la cultura política general del país, de una doxografía y un relato sobre el origen y misión de sí mismos. En esta dimensión, la materialidad histórica y rol de la clase trabajadora y sus organizaciones no sólo quedaron explicados y resaltados por la disciplina científico-historiográfica de Hernán Ramírez, sino también, por la vivencia y testimonio vital (ético-moral) de verdaderos hijos de esta clase (“combatientes ejemplares”) como eran los prisioneros de Pisagua (Teitelboim), el joven líder partidario (Fonseca, de Corvalán) o el aguerrido y siempre tenaz campesino de nuestra tierra (Chacón, de Varas)14.
14. En un registro científico y académico similar al de Ramírez, la aparición de Lipschutz también debe tenerse en cuenta al momento de significar la construcción del sujeto popular y de cambio considerada por la intelligentsia comunista. Su atención sobre el ámbito indígena chileno y regional, no logró, sin embargo, modificar mayormente los criterios del clasismo dominantes.
Ahora bien, con Ramírez en su catálogo, despunta en la actividad editorial de Austral una cierta línea de arraigo universitario que se verá favorecida con la presencia de Lipschutz y del filósofo Sergio Vuskovic. Se trató de un desplazamiento que, si bien se mantuvo dentro del carácter endogámico de los autores de Austral, permitió el acercamiento de la entidad y su audiencia a asuntos político-sociales de orden nacional. En lo que tocó a Vuskovic, lo acogido por la editorial remitió fundamentalmente al debate doctrinario con las visiones del catolicismo social y político — léase, Democracia Cristiana y DESAL15 — cuyo reformismo en los 60, venía a desafiar el monopolio comunista — más simbólico que real — del habla social transformadora. La atención que el PC puso a este asunto fue considerable y se tradujo en numerosos escritos de prensa, de revistas y jornadas de opinión del IDIM [7]16.
16. Instituto de Investigaciones Marxistas puesto en marcha en 1967 por la intelectualidad comunista con patrocinio partidario.
Por su lado, la participación de Neruda en el catálogo de Austral sólo tuvo el lustre de su nombre, lo que probablemente pudo significar un buen retorno económico para la editorial. Lo editado del vate correspondió, mayormente, a compilaciones o reediciones de composiciones ya probadas en su éxito y popularidad, destacándose el poemario Cantos de amor y de combate, publicado con ocasión del Nobel en 1971.
De otra parte, en cuanto a la publicación de clásicos del marxismo, esto es, de textos de Marx, Engels o Lenin, esta línea estuvo marcada por tres signos básicos. Primero, por la baja frecuencia en la aparición de obras debidas a estos autores. Que así fuese, muy probablemente se debió a la combinación de factores, tales como, la persistencia de una demanda limitada de este tipo de productos; la mejor satisfacción de estas necesidades de lectura por parte de otras opciones editoriales (chilenas y extranjeras); la aclimatación de la audiencia de Austral a la habitual grafía comunista.
Una segunda razón que posiblemente incidió en la poca edición de clásicos, tuvo que ver con la evidente tendencia editorial de priorizar por materiales de fácil comprensión y de extensión breve, como resultó en los casos del Manifiesto Comunista (Marx y Engels) o la Enfermedad infantil de extremismo (o izquierdismo) en el comunismo (Lenin), sin duda, los libelos de mayor promoción editorial por parte de Austral, con varias reimpresiones hasta 1973. De uso primordial para procesos de formación militante y de iniciación ideológica, estas dos obras estuvieron a la base de lo más sustancial del propedéutico marxista-leninista partidario. En específico, la segunda de las obras nombradas sirvió de socorrido pararrayos en la polémica con todo tipo tendencias disonantes en el ámbito de la izquierda17.
A esta disposición de contar con lecturas de contenido directo y masivo, respondió también la inclinación por reproducir manuales y exposiciones taxonómicas de las principales categorías analíticas del marxismo, como eran la historia, la economía, las clases sociales o la revolución. De autoría principalmente soviética, esta preferencia se hizo más ostensible en el catálogo editorial desde la medianía de los años 60, momento en que, a la vez, proliferan en la publicidad de las librerías del PC las revistas y variadas colecciones científicas y de propaganda de la URSS18. Contando con un lugar predilecto en esta tendencia editorial, la figura de Lenin, además de lo ya dicho, fue objeto principalmente de ediciones laudatorias y apologéticas, siendo estas más numerosas que las debidas a la propia pluma del dirigente soviético19. En los hechos, más que su propia palabra, lo que se pretendió fue hacer de él una figura de culto de apelación omnicomprensiva y hasta principal teórico del propio proceso político chileno [8]20.
19. VVAA, Recuerdos sobre Lenin; Lenin, camarada y hombre; VVAA Lenin, gran teórico; Leninismo y socialismo.
20. Quizás si el texto paradigmático de interpretación, en clave leninista, del acceso de la Unidad Popular al gobierno en 1970, corresponda al trabajo del intelectual comunista Carlos Cerda El Leninismo y Victoria Popular, publicado en 1971 por Quimantú.
Pero este recuento no sería muy acertado si no advirtiéramos — como tercer elemento de caracterización — que, no obstante lo mencionado en cuanto al escaso número de obras de los clásicos y al predominio de los textos instruccionales en torno a ellos, hubo algunos esfuerzos que supusieron una tarea editorial menos rigidizada y cacofónica. Nos referimos a la publicación, en 1958, de Dialéctica de la Naturaleza (F.Engels) en traducción del inglés que la editorial presenta como propia y primera en idioma español21, y de los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, de Carlos Marx, en 196022.
22. Traducción de Rubén Sotoconil de la versión inglesa hecha por Martin Milligan. Según Austral, la edición en inglés provenía, a su turno, de la rusa de 1956, revisada y corregida por el Instituto Marxista-Leninista del PCUS. En español, una nueva traducción de Abel García Barceló proveniente de la edición francesa de Bottigelli (1962), fue dada a conocer por Ediciones Estudio, Buenos Aires, 1973.
No contamos con antecedentes que nos permitan sugerir las motivaciones que llevaron a la editorial a acometer, en el breve lapso de dos años, los trabajos de traducción y publicación de textos relativamente extensos (cercanos a las 300 páginas cada uno) y de lectura nada sencilla. Tampoco tenemos claridad sobre el impacto que en nuestro medio académico y de público interesado tuvieron ambas ediciones. En subsidio de ello, sí podemos decir algo acerca del momento en que se produjeron ambas apariciones. Los años cercanos a la década de los 60 fue un período expectante para el comunismo mundial: a las iniciativas de desestalinización y de impulso de la coexistencia pacífica con Occidente promovidas por el ascenso de Jrushov a la dirección soviética, su sumaron los varios logros de la URSS en la incipiente carrera espacial con los EEUU, hechos que fortalecieron el prestigio internacional de Moscú. Internamente, la izquierda chilena, si bien derrotada en las elecciones presidenciales de 1958, experimentaba un ascenso público que la haría mirar con alguna confianza los retos de la política nacional. Súmese a ello la restitución, en 1958, de la legalidad al Partido Comunista, dejando atrás una década de proscripción oficial. En consecuencia, el panorama mostraba más de un signo positivo y de aliciente en virtud de los cuales bien podía caber el desarrollo de apuestas editoriales más novedosas. Pero como la excepción sólo confirma la regla, hemos de decir que lo perfilado con las traducciones recién citadas, no tuvo continuidad ni mucho menos vino a alterar los lugares comunes de la edición partidaria.
CAMINO DE VICTORIA
La homogeneidad o coherencia transdiscursiva observable en los libros de Austral alcanzó un punto muy nítido de expresión durante el gobierno de la Unidad Popular, ocasión en que, a la par con la edición de más de una decena de textos de habilitación doctrinaria, se dio a conocer lo que a la postre fue la única colección concebida y organizada como tal por esta editorial. Hablamos de Camino de Victoria, cuyo nombre fue tomado del título de un libro de Luis Corvalán, publicado en el primer semestre de 1971 por la misma Austral.
“La Colección Camino de Victoria es un valioso aporte de los comunistas para que el pueblo, además de vencer en la batalla política, también lo haga en la lucha ideológica” [9, p.7], exponía, a finales de 1971, el diputado y dirigente partidario Jorge Insunza. Inscrita en el conjunto de gestos y actividades de celebración de los 50 años de vida del PC, la propuesta constó de una docena títulos23. Algunos de ellos eran reediciones más o menos actualizadas de textos aparecidos en Chile una o dos décadas antes24, mientras que otros correspondían a traducciones de trabajos recientes (1968—1970) provenientes de los lazos de colaboración establecidos entre el comunismo criollo con sus similares de Vietnam, Bulgaria, EEUU o Francia25.
24. Sus autores eran Luis Corvalán, Elías Lafertte y José Miguel Varas.
25. Los libros de G. Cogniot y Leo (Leopold) Figueres, corresponden a trabajos que estos autores — dirigentes del comunismo galo vinculados a los aparatos de orientación ideológica de su partido — publicaron en 1968 y 1970, respectivamente, en las prensas partidarias de Ediciones Sociales. La compilación de textos sobre Angela Davis responde a la tarea de defensa jurídica prestada por el PC de USA a su militante negra, en tanto que los volúmenes de Kalchev, son una biografía y una selección de escritos de denuncia antifascista relacionados con el nombre de Jorge Dimitrov, alto dirigente de la Comintern y del comunismo búlgaro. Finalmente, Le Duan fue un prominente líder del comunismo y gobierno vietnamitas hasta su muerte (1986), secundando y sucediendo a Ho Chi Min.
En una decisión que buscó connotar a la Colección con el fundamento obrero-organizacional más recurrente en la doxa partidaria, el rescate en dos volúmenes de buena parte de la obra escrita de Recabarren, constituyó quizás el componente más destacado del proyecto. Ahora bien, consideramos que la presencia del fundador del partido en este gesto editorial, respondió a los afanes de una modulación interpretativa de largo alcance, esto es, la inclusión simultánea de los textos de Corvalán, Varas, Lafertte y de la producción recabarriana, tuvo por finalidad ofrecer al público el dictum ético-político por antonomasia que habría caracterizado históricamente al PC, más aún cuando esta autoimagen tenía lugar en el cincuentenario de la organización. En este sentido, la propuesta devenía no sólo consecuencia y trascendencia, sino también, satisfacción y orgullo por lo alcanzado.
A partir de esta base, la contingencia reclamaba consistencia y apego a un núcleo ético-temporal que desde el año anterior (1970) tenía enfrente, de modo palpable, las acechanzas de un imperialismo y fascismo que harían lo imposible por derrotar al proceso de la vía chilena al socialismo y, con ello, barrer con el pueblo y sus organizaciones. Pero estas amenazas -fascismo e imperialismo- podían ser desenmascarados y derrotados, tal como las experiencias escritas de Le Duan, Angela Davis y Dimitrov lo podían atestiguar, de ahí la importancia de su difusión impresa entre nosotros. Y en un nivel más general pero no menos necesario, la movilización y luchas de la coyuntura debían estar acompañadas por los sustentos doctrinarios de la escolástica marxista-leninista aportados por Cogniot. Por su lado, las “desviaciones izquierdistas”, tan alarmantes en el momento — recordemos que un par de años más tarde, en plena derrota, estas posturas serían consideradas “caballo de troya del imperialismo” — tenían también atención en Camino de Victoria con sendas entregas de Figueres y Rodríguez Elizondo.
En síntesis, la colección, sin disponer de autores ni de problemas novedosos — lo cual no hizo de ella una oferta llamativa o de interés amplio — cumplió con holgura respecto de las definiciones editoriales que siempre presidieron la actuación de Austral: estar al servicio de un discurso corporativo-intelectual autosuficiente y reiterativo, detentor de las claves de cognición del derrotero histórico-social chileno y mundial. Fuera de este, cual manifestación salvífica, no podían tener lugar otras alternativas legítimas de resolución del conflicto de clase.
PARA FINALIZAR
La analítica de la hegemonía en Angenot — categoría principal de su propuesta de discurso social [10]; [11]; [12]26 — dispone de varios componentes interrelacionados con distinta intensidad de prevalencia: lengua legítima; tópica y gnoseología; temáticas y visión de mundo; dominantes de pathos; sistema topológico; ego y etnocentrismo; fetiches y tabúes. Digamos un par de palabras sobre algunos de ellos, en especial de los que, para nuestro tema, tendrían mayor pertinencia.
La lengua legítima hace referencia a la expresión correcta establecida como tal al interior de una organización o grupo humano. Es el terreno del buen decir y los protocolos, de lo permitido ortodoxo. De ahí se deriva lo decible, escribible y publicable. Luego, la tópica, consagra la doxa de los elementos normalizados que, en alta proporción, se cristalizan en los lugares comunes y las reiteraciones del habla. La articulación de estos en el discurso suscita la función cognitiva de este y su modelación en temáticas y visiones de mundo. Ya en este punto, la presencia del decir público permitido tiene su contrapartida en los fetiches y tabúes. Los primeros, como signos de lo primordial consagrado, merecedor de la observancia constante, del respeto y aliento, en tanto que los segundos serían la señalización del sacer, de lo extraño y distinto, de las desviaciones, y por lo mismo, objetos del temor, la represión, la crítica, el silenciamiento o el olvido, de lo obliterado27.
La tarea descriptiva y de caracterización que hemos realizado respecto de la editorial comunista Austral, ha buscado, a partir del examen de la empírea de autores, temas y títulos, dar con algunas constantes en calidad de hegemonía discursiva. A su vez, el repertorio y normas de enunciación de esas constantes de hegemonía fueron afluentes y emanación de una construcción mayor: la del “discurso social” partidario. En el origen, despliegue y mantención de este discurso, se situaron los agentes y moduladores del mismo, es decir, las voces y gestiones performativas que, a fin de cuentas, dieron visibilidad histórica y social al mencionado discurso y su rol omnicomprensivo.
A la luz de lo anterior, nos asiste la conclusión de que Austral hizo parte del sistema enunciativo o de discurso social desarrollado por la izquierda chilena en el transcurso de la mayor parte del siglo XX. Gestado a partir de las décadas de recomposición del régimen institucional y político devenido necesario producto del agotamiento del orden oligárquico decimonónico — hablamos del primer tercio del siglo pasado — el marco hegemónico que alcanzó en la década de los 60, si bien heterogéneo y aporístico, no dejó de expresar un poder y capacidad altamente eficientes en vistas a promover un trastoque de fondo del curso histórico de nuestra sociedad. En el contexto de esta articulación y propósito, Austral y sus libros concurrieron, desde su especificidad, al encuadre gnoseológico general, es decir, de regulación y compresión del discurso social señalado. Este, como ya fue descrito, no solo implicó una abundante presencia de elementos ideológicos de matriz marxista-leninista, sino también, la aportación de relevantes categorías estético-literarias, historiográficas y de visión de mundo.
Anexo. Títulos, años y autores publicados por Austral, 1947—1973
Autor | Título | Año |
K. Kunin | Magallanes. | 1947 |
K Marx – F Engels | Correspondencia | 1947 |
Salvador Ocampo, Elías Lafertte | El cobre de Chile | 1951 |
Alfredo Varela | El hombre soviético de hoy | 1951 |
Hernán Ramírez N. | La guerra civil de 1891 | 1951 |
Asociación Investigadora del Trabajo de los EEUU | El imperialismo de hoy | 1951 |
Joaquín Gutiérrez | Del Mapocho al Vístula | 1952 |
Volodia Teitelboim | Hijo del salitre | 1952 |
Comisión Estudios Históricos PC (L. Corvalán) | Ricardo Fonseca. Combatiente ejemplar28 | 1952 |
Comité chileno preparatorio de Conf. Económica Internacional | El Comercio con todos los países (folleto) | 1952 |
César Godoy Urrutia | Imagen humana y política de la U. Soviética | 1952 |
Mao Tsé-Tung | La nueva democracia | 1952 |
S.A. Severtzov | Dinámica de la población animal | 1953 |
José Stalin | Problemas económicos del socialismo en la URSS | 1953 |
Diego Muñoz | Carbón | 1954 |
Crisólogo Gatica, Trad. | Educación soviética | 1954 |
Bélla Illés | Héroes y Armas | 1954 |
P. Neruda | Los versos más populares de Pablo Neruda | 1954 |
Manuel Guerrero | Tierra fugitiva | 1954 |
Gustavo Mujica | El coral blanco | 1954 |
Gregorio Guerra | Amanecer de las democracias populares | 1955 |
Pavel Beilin | Una gran familia | 1955 |
Enrique Juárez Toledo | Dianas para la vida | 1955 |
Mario Ferrero | Las lenguas del pan | 1955 |
Práxedes Urrutia | Canción de amor para tus sueños de paz | 1955 |
Luis E. Délano | Puerto de fuego | 1956 |
Boris Polevoi | Un hombre de verdad | 1956 |
Howard Fast | La pasión de Sacco y Vanzetti | 1956 |
Alfonso González Dagnino | Aurora sobre el Yang-Tsé | 1956 |
Yuri Nagibin | La pipa | 1956 |
Hernán Ramírez Necochea | Historia del movimiento obrero en Chile. Antecedentes siglo XIX | 1956 |
Benigno Ávalos Ansieta | Exaltación al júbilo | 1956 |
Volodia Teitelboim | La semilla en la arena | 1957 |
Máximo Gorki | Días de infancia | 1957 |
Máximo Gorki | Trece relatos | 1957 |
Máximo Gorki | Por el mundo | 1957 |
Nicolás Ostrovski | Hijos de la tempestad | 1957 |
Boris Polevoi | A orillas del nuevo mar | 1957 |
Dmitrii Furmanov | Chapaev | 1957 |
Jaime Bustos Mandiola | Hijos de la Tahití Nui | 1957 |
B. Liapunov | Viajando fuera de la tierra | 1957 |
Elías Lafertte | Vida de un comunista29 | 1957 |
V. Lenin | Dos tácticas de la Socialdemocracia en la revolución democrática | 1957 |
V Lenin | El extremismo. Enfermedad infantil del comunismo30 | 1957 |
Varios autores | Recuerdos sobre Lenin | 1957 |
Luis Enrique Délano | La Base | 1958 |
Federico Engels | Dialéctica de la naturaleza | 1958 |
Vasili Fesenkov | El sistema solar y el hombre | 1958 |
Liga Comunista Yugoslava | El problema yugoslavo | 1959 |
Revista Asuntos Internacionales | Capitalismo popular | 1959 |
Víctor Zhukov | Lo que da el Plan septenal a los soviéticos | 1959 |
N Krupskaya | Sobre la educación | 1960 |
L Cheinine | Los tribunales del pueblo en la URSS | 1960 |
S. Treguv | Nicolai Ostrovsky (biografía) | 1960 |
K Marx | Manuscritos económico-filosóficos de 1844 | 1960 |
Miguel L. Amunátegui | La Iglesia frente a la emancipación americana | 1960 |
Hernán Ramírez N. | Historia del imperialismo en Chile | 1960 |
Pablo Neruda | Canción de gesta | 1961 |
Pablo Neruda | Los nuevos versos de amor | 1961 |
Sergio Vuskovic | Investigaciones sobre el origen del pensamiento | 1961 |
Luis E. Délano | El viento del rencor | 1961 |
Justo Ulloa | El suplicio de los avaros: ensayos materialistas | 1961 |
Máximo Gorki | Sobre la literatura | 1962 |
Benigno Ávalos Ansieta | El arte popular en América Latina | 1962 |
Carlos Sepúlveda Leyton | Hijuna | 1962 |
Luis Vulliamy | Juan del Agua | 1962 |
Luis E. Délano – Edmundo Palacios | Antología de la poesía social de Chile | 1962 |
Edesio Alvarado | Los poemas del pueblo y el canto del brigadier | 1962 |
Alejandro Lipschutz | El problema racial en la Conquista y el mestizaje | 1963 |
Delfina Leonor Gutiérrez | El mensaje del niño. Estudio de la expresión gráfica del niño normal y anormal | 1963 |
Sergio Vuskovic – Osvaldo Fernández | Teoría de la ambigüedad: bases ideológicas de la DC | 1964 |
Luis E. Délano | El rumor de la batalla | 1964 |
Roger Garaudy | La moral marxista | 1964 |
Justo Ulloa | Los pantalones del padre Puebla | 1964 |
Orlando Millas | Los comunistas, los católicos y la libertad | 1964 |
Alejandro Lipschutz | Guerra y Paz y otros temas candentes. Discursos de un patriota latinoamericano | 1964 |
K Marx – F Engels | Manifiesto Comunista | 1965 |
Elena Sugo | Payas en mi silencio | 1965 |
Pompeyo Saavedra | Las palabras de siempre | 1965 |
Hernán Ramírez N. | Los Estados Unidos y A. Latina | 1965 |
Hernán Ramírez N. | Origen y formación del Partido Comunista de Chile | 1965 |
Rubén Sotoconil | Teatro escolar: manual y antología | 1965 |
Federico Engels | Resúmenes y comentarios de El Capital de Carlos Marx | 1965 |
Otto Schmidt | Cuatro lecciones sobre la teoría del origen de la tierra | 1965 |
Luis E. Délano | Cuba 66 | 1966 |
César Godoy U. | Hombres y pueblos | 1966 |
Lenin (Compilación) | Lenin, camarada y hombre | 1967 |
Sergio Vuskovic | Problemática DC: propiedad, revolución, estado | 1968 |
D. Mitropolski Y. Kuznetsov | Historia y economía: manual breve de divulgación | 1968 |
Eduardo Labarca | Chile invadido: reportaje a la intromisión extranjera | 1968 |
Volodia Teitelboim | Hombre y hombre | 1969 |
Hernán San Martín | Nosotros los chilenos: tres ensayos antropológicos de interpretación | 1970 |
Hernán Ramírez Necochea | Historia del imperialismo en Chile | 1970 |
L. Leontiev – Ovshi Yajoy | El mundo nuevo y su filosofía: fundamentos y principios de la economía política y filosofía marxistas | 1971 |
Recabarren | El pensamiento de LE Recabarren (2 Vols) | 1971 |
Austral | ¿Qué es el comunismo? Preguntas y respuestas | 1971 |
Le Duan | La revolución vietnamita: problemas fundamentales y tareas esenciales | 1971 |
Luis Corvalán | Camino de victoria | 1971 |
V. Afanasiev | Socialismo y comunismo | 1971 |
José Miguel Varas | Chacón | 1971 |
José Rodríguez Elizondo | Mitología de la ultraizquierda chilena | 1971 |
P. Neruda | Cantos de amor y de combate | 1971 |
Georges Cogniot | Carlos Marx, nuestro contemporáneo | 1971 |
Leo Figueres | El antileninismo trotskista | 1971 |
K Marx – F Engels | El manifiesto comunista | 1971 |
Kamen Kalchev | Dimitrov: el hombre | 1972 |
G Dimitrov | Dimitrov acusa al fascismo | 1972 |
A Davis, reportaje | La verdad sobre Ángela Davis | 1972 |
Georges Cogniot | Leninismo y socialismo | 1972 |
Boris Leibzon | El Revolucionarismo pequeñoburgués | 1972 |
VVAA | Lenin gran teórico | 1972 |
Antonio Benedicto | Poca cosa | 1972 |
Lenin y otros | Contra el trotskismo | 1972 |
Leo Figueres | El trotskismo al desnudo | 1972 |
Sergio Vuskovic | El pluralismo y el proceso revolucionario chileno | 1973 |
Austral | Bienvenida a Pablo Neruda | 1973 |
F. Engels | El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre | 1973 |
F. Engels | Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana (folleto. Col. Básica) | 1973 |
A. Spirkin y O. Yajot | Fundamentos del materialismo dialéctico e histórico | 1973 |
Mario Zamorano y otros | Lenin y nuestras tareas de hoy | 1973 |
E. Bottigelli | Génesis del socialismo científico | 1973 |
Luis Corvalán | Lo internacional en la línea política del Partido Comunista | 1973 |
29. Reeditado en 1961 y 1971 (colección Camino de Victoria)
30. Reeditado en 1973 como Enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo
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